PEREGRINACIÓN A GUADALUPE




Con el lema: “La madre de Jesús está allí” (Jn2,2) la Delegación de la Juventud convocó a toda diócesis de Getafe para peregrinar al santuario de Guadalupe, en Extremadura.
Fue mi primera experiencia caminando como peregrino hacia el Santuario de Guadalupe. Lo fascinante de esta peregrinación fue ver a tanta juventud reunida mostrando su fe. Fueron casi 800 jóvenes, acompañados por nuestros obispos Joaquín María y José Rico, sacerdotes, seminaristas y consagradas.
El 27 de septiembre, por la tarde, desde distintas partes de la diócesis de Getafe, partieron 14 autobuses rumbo al santuario. Esa noche nos alojamos en diferentes pueblos, después de una linda velada entre cantos y oración. Al día siguiente, desde el Puerto de San Vicente, después de laudes y bajo la lluvia, salimos con muchas ganas y alegría hasta el pueblo de Alía. En este día caminamos 20 kilómetros, pasando por carreteras y caminos. El paisaje es impresionante, pero más impresionante es ver crecer la fe de los jóvenes.
El domingo, por la mañana, con la fe puesta en Dios y en María, recorrimos los poco más de 16 km que faltaban para llegar al Santuario de Guadalupe. Llegamos  alrededor de las 14:30 hrs. En un gesto de humildad, nuestros Obispos caminaron junto a nosotros, pasando y viviendo lo que el joven vivió durante este peregrinar. La lluvia no dejo de acompañarnos en toda la peregrinación y, sin embargo, nosotros seguimos con nuestros cantos.
Esta peregrinación de tres días estuvo impregnada de oración, a través de la liturgia de las horas, catequesis, rosarios, misas. También me llamó la atención el caminar kilómetros y kilómetros en orden y con disciplina. Durante la caminata,  se dio la oportunidad de reconciliarse con el Señor, con confesiones y reflexión sobre la vida misma. Todas estas manifestaciones de fe nos dan esperanza en  un futuro de la mano de Dios.
La experiencia del joven es algo que sobrepasa las palabras, pues muchos de ellos, por primera vez en sus vidas, verían a la Virgen en este Santuario. Después de un gran esfuerzo y sacrificio, sólo se recogen experiencias de fe y alegría, sus miradas lo dicen todo. Al término de una hermosa Eucaristía impregnada de alegría, subimos al santuario y saludamos a la Virgen con nuestras oraciones y con un beso de agradecimiento.



















 Salvador Espinosa, SVD

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