Cada grupo que formamos nuestra comunidad, en el ofertorio, compartimos algo que nos representara como miembros de la parroquia, pero siempre teniendo muy presente a Jesús.
Después, recibimos la luz de Cristo, la luz que nos guía y nos ayuda a seguir nuestra labor en la comunidad... Bueno, no sólo en la comunidad, sino allá donde vayamos.
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