
Podría contaros lo que el Catecismo dice:
Que es uno de los tres sacramentos de iniciación cristiana, que reafirma la gracia del Bautismo, que nos une más íntimamente a la Iglesia y nos enriquece con una fortaleza especial que nos da el Espíritu Santo. De esta forma quedamos obligados aún más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con nuestras palabras y nuestras obras" (LG 11; cf Ritual de la Confirmación)
Y esto es así, y así lo hemos vivido en nuestra celebración.

Muchos llevan preparándose casi 10 años y puedo asegurar que seguirán muchos más.
Perdón, no les he presentado, son “Los Grillos Cri Cri”.
Pronto el grupo fue aumentando porque el compromiso de sus primeros años fue traer a sus amigos para que nos conocieran y lo más importante, presentarles a Jesús. Y llegamos a ser 25. Jugábamos, reíamos y cada día conocíamos algo más del Evangelio. El Espinar fue nuestro refugio, allí encontrábamos el silencio, la meditación… en resumen allí nos era más fácil encontrarnos cara a cara con nuestro Padre Dios. Convivíamos e íbamos formando nuestra pequeña comunidad.
A través del tiempo fueron muchos los que se quedaron atrás, otros hicieron un paréntesis y volvieron a casa, en una época como la adolescencia los altibajos son muy normales. Todo en esta etapa es cuestionable… y la Fe también lo fue. Pero nunca hemos perdido el contacto y las puertas del grupo siempre estarán abiertas.
Estos chicos enseguida se dieron cuenta que pertenecían a algo más grande, algo que se les escapaba de las manos, LA IGLESIA DE JESÚS DE NAZARET, pero no se amilanaron, y decidieron empezar a dar frutos y ser guías de otros. Unos comenzaron a ayudar en la catequesis, otros participaban en todas las campañas misioneras y en todas las actividades que la Comunidad Virgen del Alba y los Misioneros del Verbo Divino les ponían delante, siempre con humildad y con una gran sonrisa.
Y la Comunidad se volcó con ellos, participaron en todo lo que les pedimos, rezaron por nosotros y lo que es más importante, se comprometieron a acompañarles y no dejarles nunca solos en el camino, en ese camino que nos representasteis. (Gracias compañeros de Alba Joven).
Y nosotros, sus catequistas, los que hemos llegado hasta aquí y los que les acompañaron en otras etapas del camino, solo podemos decir que estamos felices y orgullosos de ellos, que nuestra labor era sembrar y lo hicimos, ahora queda esperar a que la semilla dé fruto, y no esperaremos mucho, porque ya estamos viendo brotes jóvenes y fuertes luchando por crecer.
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